Basado en una de las escenas de la Trilogia 50 Sombras, les dejo un pequeñito relato:
Miro
alrededor con disimulo, no puedo hacerlo abiertamente. Estoy arrodillada en el
suelo, cerca de la puerta, pues así tiene que ser.
El
cuarto es amplio, sin ventanas, pero con varios puntos de iluminación. Las
paredes tienen estantes y fijaciones, en la pared a mi izquierda un soporte
lleno de fustas de diversas formas, a su lado otro con látigos. La Cruz de San Andrés
descansaba a su lado.
Una
gran cómoda negra lacada presidia la pared de mi Derecha, un sinfín de cajones
la completaban, y un gran equipo de música ultra moderno descansaba en su
encimera. Al lado una especie de caja de plata con cajoncitos.
Una
Cama de cuatro postes dominaba la estancia, era negra con sabanas rojas de raso
y sujeciones a los postes. A su lado un sofá enorme de piel también negro. Las
paredes rojas culminaban la escena.
Seguía
en mi puesto ataviada con unas botas
negras de tacón y caña alta y unas braguitas negras. Apoyada en los talones,
con las rodillas un poco separadas, y mis manos en posición de sumisión. Así
tendría que estar siempre que él quería jugar. Mi pelo recogido en una trenza
larga y mis uñas bien arregladas completaban “mi uniforme” del placer. Si eso
me gustaba, ese cuarto me fascinaba.
Mi
expectación por jugar a los juegos de esa noche, hacia que ya me humedeciera.
Él entró,
vestía Vaqueros desgastados y con algún desgarrón, esos mismos vaqueros que le
quedaban tan sexys, y que hacían que babeara con solo verle. El primer botón
siempre desabrochado, insinuando su mayor secreto del placer.
-
Levanta – me ordena.
Yo lo
hago, sin mirarlo, pues esas son las reglas, no puedo mirarle a menos que el me
lo ordene. No puedo tocarlo, no puedo disfrutarlo si él no me da la orden.
-
Pon los brazos juntos, juntando las palmas de tus manos, como si
fueras a rezar – así de simple, una orden seca pero llena de sensualidad. – Mírame.
Levanto
la mirada y lo miro, sin desafiarle, pero con pasión. Coge unas tijeras y me
las enseña y después me ata las manos con una brida negra. La ainticipacion se
agolpa bajo mi vientre, las sensaciones que me trasmite, me excitan y me
provocan, froto mis muslos disimuladamente.
-
Quieta! – me azota con su mano el cachete – no te frotes, todas las sensaciones
de tu cuerpo son mías.
Me
avergüenzo por mi atrevimiento y por haberme pillado tendrá consecuencias, un
castigo placentero que terminara con sexo duro. El mejor sexo duro que he probado
en mi vida. Por eso lo provoco, deseo que me castigue de esa forma.
-
Encamínate hacia la cama, y agárrate al poste.
Lo
hago, despacio contoneando mis caderas provocándole con mis largas piernas
vestidas de negro. Gime, con la anticipación, mi culo redondo lo provoca, lo
excita y moverlo como lo muevo lo altera. Sujeto con mis manos atadas el poste
de la cama, se lo que me va hacer, pero no puedo adelantarme, por eso me paro.
Se
acerca a mí por la espalda, me coge de la coleta y tira con fuerza, mi cuello
se muestra en todo su esplendor y él me lo besa, surcando con sus labios hasta
mi boca, introduce fuertemente su lengua en mi boca, reclamando mi deseo. Baja
una mano por mi desnuda espalda y me frota uno de los muslos. Se dirige hacia
abajo acariciando el interior del muslo y me va separando la pierna hacia un
lado. Vuelve a subir, pasando por mi sexo y vuelve a bajar por el interior de
mi otro muslo separándome esa otra pierna. Vuelve a subir la mano pasando de
nuevo por mi sexo, demorándose en mi centro y me estimula por encima de la
braguita.
-
Nena moja para mí tu ropa interior.
El
deseo se me agolpa haciéndome liquida, y siento como mi sexo responde
humedeciéndose aun mas.
-
Joder nena, mira como estas poniéndote, te has mojado con el roce de
mis dedos, y aun no te he penetrado. – Se toca, recolocando su polla pues la
erección que tiene golpea contra sus pantalones. – Nena tengo ganas de
follarte. Pero tendrás que esperar, me has desobedecido, y has intentado
encontrar tu propio placer. Y eso está prohibido nena. Sujeta el poste e
inclínate hacia él. Dame como ofrenda tu hermoso culo nenita, y separa las
piernas un poco más.
-
Si.. señor – solo acierto a decir eso.
-
Atiende Alexandra, amarillo es la palabra elegida para indicarme que estás
en tu límite, Rojo es la palabra para parar. Es la indicada para decirme que no
aguantas más.
-
Sí, señor.
Se las
palabras las memorizo en mi mente, pero no las quiero utilizar,
Me pone
las manos en las caderas y con los
pulgares me desgarra las braguitas. Pasa dos dedos por mi sexo para comprobar
mi excitación. Me acerca esos dedos y me ordena que los chupe.
-
Prueba tu deseo Alexandra, nena tu sexo pide que lo llenen, pide que
lo hagan gozar, y eso es lo que vas a tener, Voy a ser duro. Te voy a follar
fuerte, pero antes tendré que castigarte. Mmmm estoy viendo tu rosado sexo,
húmedo lagrimeando por mí. – Siento como se baja la bragueta, y se Saca la polla. Dios mío no lleva calzoncillos,
se puso los pantalones a pelo. Mmm mi diosa interior se postra en su Chesee
Longe llena de lujuria. Se sacude el pene para segregar un poco de líquido pre
seminal y acercándose a mí me desliza la punta por todo lo largo de mi sexo,
haciéndome gemir de placer. Me vuelve azotar. – Cállate, no puedes gemir si yo
no te lo ordeno.
Se
aleja y coge una fusta de cuero, me la pasa por la espalda erizándome la piel,
y la acerca a mi boca, me ordena que la chupe y la lubrique con mi saliva. Y
después desciende por mis pechos y mi vientre.
De
repente la fusta no roza mi piel y al momento siguiente golpea el centro de mi
sexo. Siento un placentero dolor y como mi excitación se agolpa en ese punto
donde estalla. Vuelve a acariciar mi piel pasa la fusta por mi sexo, recogiendo
parte de mis fluidos y se lo lleva a la boca. Saborea mi esencia y se vuelve a
masturbar, gimiendo. Sintiéndolo. Vuelve a azotarme, una y otra vez, golpea mi
sexo con la fusta y cuando siento que
voy a correrme por el dolor tan placentero que siento, para. Y de una envestida
me penetra. Bruscamente entra y sale de mi interior golpeando su pelvis contra
mis muslos, gimiendo con cada entrada.
Siento
como el orgasmo me va a golpear. Se enrolla mi trenza en la muñeca y tira de
ella para atrapar mi boca con la suya. Explora su interior con la lengua sin
dejarse ningún rincón excitándome aun más. Me suelta y dirige su mano a mi
clítoris, y lo estimula de forma apabullante hasta que me rompo de placer. El
orgasmo me estalla justo cuando creía
que no lo haría y grito de placer.
El
sigue arremetiendo contra mí, quiere follarme como castigo sin saber que eso es
uno de mis premios por lo que sigue
envistiéndome duro y placentero, frotándome, gimiendo por el placer que siente
al notar como mi vagina lo oprime con pasión. Sujeta mis pechos agüe cando sus
manos presionándolos como si los amasara, pellizcando mis pezones, aun está
retrasando su propio orgasmo por puro placer, conteniéndose, entrando y
saliendo de mi. Las piernas me tiemblan, sé que voy a volver a correrme y jadeo
casi en silencio. Nota mi contención y gime en mi oído mientras me susurra:
-
Así me gusta Alexandra, que te contengas mientras mi polla te da el
mayor de los placeres, silenciosa hasta que yo te ordene que gimas y jadees. –
Me levanta una pierna para penetrar mas ondo en mi interior – Quiero que gimas,
que grites que siga follándote, suplicándome que te haga gozar, quiero que tus
piernas se llenen de tus corridas, y que digas la palabra de seguridad Rojo. Sí,
quiero que ya no puedas mas, noto como vas a correrte.
Es
cierto noto un nuevo cumulo de placer a punto de estallar, y me corro. Mi
placer me envuelve en olas de lujuria y pasión,
mi coñito arde en pos del deseo y llora de placer empapando mis muslos. Casi no
puedo más, voy a desfallecer si sigo sintiendo este orgasmo sin más sujeción que
mis manos. Mis piernas tiemblan, él lo nota por lo que me coge en brazos y me transporta
hasta el sofá que está en el cuarto, me deposita suavemente, volviendo a abrirme las piernas, extendiendo
con sus dedos mis lagrimas vaginales agitándose su erección al tiempo y colocándola
para volver a penetrarme de nuevo.
-
Esto mi querida Alexandra, es para mí un Polvo de castigo, uno donde
te doy tanto placer que termines exhausta y desmadejada, ahora voy a correrme
en tu interior asique prepárate para otro duro orgasmo.
Sin más,
me empala de nuevo con su polla. Entrando y saliendo a un ritmo desenfrenado,
me dice palabras al oído estimulándome sugestionando mi deseo, Gimo con fuerza,
aquí el es mi amo yo su sumisa, en este cuarto mi placer y mi sumisión son los
ingredientes para que el se desinhiba y se procure el mayor placer. Noto como
me vuelvo a correr, no sé cuantos llevo ya, entro en un estado de nuboso
placer, sin estar consciente del mundo, solo de las sensaciones que me produce
esta sesión de sexo duro, y consensuado. En algún momento noto como me llena
con su semen, sacando después su polla, haciendo que ese líquido caliente y
espeso se mezcle con mi propio liquido saliendo y escurriendo por mi coñito
satisfecho.
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